viernes, 18 de enero de 2008

Leo tres libros a la vez: una biografía, una fábula y un libro de memorias, empujo un poco éste, luego el otro, por fin el de más allá. Espero concluir las tres lecturas juntas, se equilibran recíprocamente, lo increíble de las memorias, las exageraciones de la biografía y las posibilidades de la fábula, que en realidad es la única que es mentira, y, si te paras a pensar, imposible. Entre gavilla y gavilla de palabras, frases y páginas, visito la librería y me abruma saber que ya no tendrá tiempo ningún humano a leer todo lo que se publica, tanto libro como me enseñan o yo veo, admiro o desdeño por mí mismo, a pesar de que algunos huelan tan bien o su papel gratinado, brillante, pese tanto y de modo tan evidentemente inútil, según resulta de una ojeada rápida, que ¿habrá sido injusta? Me paro, lo repaso. Es lamentable que se gaste a veces tanto dinero en editar con tanto lujo lo que no merecería sino papel de estraza, o usado, de periódico, como si fuera un palimpsesto, y eso sólo porque no hay autor que sea tan malo que no resulte capaz de dejar alguna perla entre sus páginas, que siempre merezca la pena tener la paciencia absurda de rebuscar entre tanta paja.

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