Ayer estaba, hoy
ni siquiera es un recuerdo,
era un vagabudo,
que venía en busca de la Dama,
que lo esperó
justo en la esquina donde lo citara,
un vagabundo solo, sin amores
ya,
se veía
que era su última etapa y él lo supo
cuando sabe Dios dónde la emprendió
y vino, a pesar de todo.
Ahora todo es igual,
las voces de las niñas
que juegan
al corro,
las palabras que mueve el viento,
las caricias del sol
sobre cada
color.
Nadie lo echa de menos
más que el buen Dios.
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