Tomo, reverente, en mis manos,
el mismo objeto que tuviste en las tuyas
hace sesenta años.
¿Qué es este escalofrío
que me recorre?
¿Hay huella, todavía, en él,
de la delicadeza de tus dedos ágiles?
¿Permanece en algún lugar
de este recuerdo tangible de que existías
un copo de tu aliento?
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