lunes, 12 de febrero de 2007

No hay noche más larga que la primera de insomnio
cuando aún no conoces
los ruidos de la vieja casona familiar,
despiertas
y el mundo, de pronto, parece haber desaparecido
¿dónde estáis todos? –piensas-
y no hay
nadie a quien preguntárselo
¡Si por lo menos estuvieras seguro
de que estás solo!
¡Si por lo menos supieras
que todos esos ruidos
que de algún modo te acompañan
no son
sino los que hace el silencio
al posarse, como un manto,
sobre el recuerdo inerte de las cosas!

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