Un lucero quieto, el vespertino,
llamaban a mi tierra la del Véspero
por tener
este lucero engastado en su paisaje,
su horizonte de final
de la tierra.
A su lado, hoy, velocísimo
pasa el avión que va Dios sabe a dónde,
me pregunto si será
un avión que va al lucero
vespertino.
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