Epístola moral de Séneca a Lucilio: “no tengo por pobre a quien le sobra algo, por poco que sea. Dame un hombre de fortuna moderada, y basta ya con ello … según creyeron nuestros mayores, es economía a destiempo la que queda en el fondo del vaso, pues las heces no solamente constituyen la parte más pequeña, sino la peor. Consérvate bueno.”
Conforme, a quien le sobre no es pobre, pero ¿quién es rico? “Dame un hombre con fortuna moderada y basta ya con ello.”
Y añade: “me acontece como a la mayoría de los hombres caídos en la pobreza y sin culpa: todo el mundo me perdona, pero nadie me socorre.”
A mí, con permiso de Séneca, me parece que hay tres castas: el rico, que es aquel que, teniendo poco o mucho, considera que le basta; el pobre, a quien todos perdonan y hasta compadecen, pero es difícil hallar quien le ayude –sobre todo si cuesta tiempo o trabajo, tenemos demasiado que hacer y un exceso de prisa-, porque lo que tiene no le llega para mantener su dignidad y disfrutar de libertad real, y el rico, que es el más necesitado porque nunca tendrá bastante.
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