sábado, 24 de febrero de 2007

Quiero un puñado de este sol
para quitarle miedo
a la noche que viene.
Ayer, me acuerdo, me alcanzó la noche
-yo pataleaba tratando de huír-,
me puso en su regazo,
me contó qué sé yo qué locuras,
tantas,
tan espantosas
que me quedé inmóvil, no me atreví
a respirar,
hasta que sentí el aliento de la mañana.
Por eso necesito un puñado de sol,
precisamente de éste
del alba.

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