Frío, caperuza con borlas,
embozo,
hay un hombre envuelto en amarillo
que hace desesperados gestos,
¿por qué hemos de hacer caso a ese imbécil?
debe estar loco, no sabe
con quién está tratando, acelero,
me recorre
la adrenalina el cuerpo,
de pronto estoy volando, libre,
por fín mezcla de superman y cóndor,
hasta que, de pronto,
ya no soy
más que recuerdo,
hoguera crepitando
a la orilla de la mar,
donde me apaga y reviste
la espuma
para pasar al otro lado del espejo
donde nunca más
volveré a tener prisa.
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