En cada esquina
del lugar en que estés en cada momento
hay una sonrisa y una lágrima y ambas
son tuyas.
Debes escoger,
o alguien,
llámale como quieras: Dios, el destino, la suerte,
una casualidad que por allí pasaba,
decidirá por ti, si permaneces
fingiéndote quieto o dormido.
Porque la vida sigue, aunque te empeñes
en detener el tiempo inexorable,
el futuro ha de llegar
y si no eres capaz de prepararte o no quieres
aceptarlo
pasará, aún así, sobre mi asombro
como una súbita estampida animal
sobre la tierra poco antes en calma.
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