lunes, 7 de abril de 2008

Con la perezosa lluvia de primavera
que ha venido a caballo del viento del norte,
-el viento del norte es verde, pero tiene
blancas las crines, de espuma-
se están desperezando las rosas y han puesto los gnomos
del jardín
los tallos de los lirios amarillos.
El aire es un olor de tierra húmeda,
germinal,
que ha dejado atónitas a todas
las muchachas en flor. Se va posando
en las notas
de la sonata que toca la niña a la hora de la siesta
y hoy suena como una palabra apenas musitada,
una palabra inédita
de amor.

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