Un vertiginoso afán de las palabras
por esconder su agreste catadura y yo
como siempre escondido entre sus sombras
que son
los silencios,
pero evidente luego, inoportuno como ellas.
Nuca crece bastante
el hombre
para aprender a hablar,
abandonar
su condición de niño balbuciente
que solo comprende
en alarde de amor, la madre que lo escucha
con la paciencia disuelta en ternura.
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