Tengo desperdigadas por la memoria
tus palabras,
mezcladas con las que yo hubiese preferido. Tú
me hablas de las pequeñas cosas habituales,
a mí me gustaría
que me hablases de amor.
Hablar de amor no es decir su concepto, ni la palabra,
ni adornar con diversas flores, sonidos, colores y luces
su altar. Hablar
de amor
es repetir las cosas rutinarias
con ese tono,
ese acento,
ese amor de que no hace falta hablar.
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