No es bueno ni malo, sólo realidad, que te vas convirtiendo en protagonista de tus recuerdos y abandonando unos proyectos que ya no caben ni en el futuro previsible ni en las fuerzas que tienes para afrontarlo, pro todo eso se cambia al mudar la dimensión de lo que decides intentar, que ahora no son como antes líneas generales de algo cuyos límites difumina la lejanía. Ahora el boceto es más limitado, y por eso, más detallado, casi minucioso, como si antes se tratara de proyectar rascacielos y ahora la cabaña de la esquina del jardín que todos despreciaban porque estaba húmedo el suelo, era una umbría y el césped se iba a musgo, de modo que a la pequeña pandilla nos venía de perlas la posibilidad de pasar al otro lado del seto, más acá todavía de la tapia y desaparecer, para descanso de unos mayores hartos de las fechorías que intentábamos casi siempre con grave quebranto de nuestra integridad, lacerada por golpes, caídas, rozaduras e intentos de batir todas las marcas de velocidad en bicicleta de piñón fijo o con patín que se hubiesen registrado hasta entonces en un mundo sin Guiness todavía. ¿O lo había ya? Pues como si no, porque no estábamos enterados.
Era una época en que ni e dabas cuenta de la existencia de unas nubes que ahora ves pasar con nostalgia de su capacidad de verlo todo, mientas viajan despaciosas y solemnes, a vista de pájaro y ya sabes que pueden, si quieren, bruñir y dejar limpio y brillante, como nuevo, el engañoso azul de un cielo que dicen los astronautas que en realidad es negro profundo, pero es que ahí fuera hay, más allá de la delgada película azul que aseguran los ecologistas y verdes del mundo que estamos destruyendo, no hay más que misterios que vamos mal explicando a trancas y barrancas, arriesgando a decir que es así o de la otra manera con la mayor seriedad y seguridad, en la confianza de que tardará algún hombre todavía en salir afuera y quitarse, si algún día se la quita, la escafandra de los cuentos de ciencia ficción más antiguos y clásicos, y por ello más deliciosamente ingenuos, porque yo me permito opinar que si hay alguien alla afuera, arriba o abajo, vaya usted a saber, se parecerá a nosotros mucho, y nada de trompetillas verdes ni pescuezos elásticos, o nos e parecerá en absoluto y jamás podremos reconocerlo, que a lo peor ya estamos invadidos y los ovnis, ufos, platillos o como prefiera llamarlos cada cual, ya están aterrizando a miriadas y lo que nos invade son esos virus mutantes y microscópicos que cada temporada nos sorprenden apareciendo por las más lejanas e inesperadas esquinas del mundo.
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