La mañana está hoy naciendo entrelazada,
sujeta por mensajes que los pájaros pían, hay
-me dicen-
nada menos que cinco jilgueros en la tapia del jardín
y ayer
alguien de casa oyó cantar al mirlo.
Augura no sé quién que dentro de poco no habrá pájaros,
nacerá, entonces, cualquier mañana de sol,
desparramada, quien sabe
si dispersa,
rota en mil pedazos erráticos de luz
que en seguida, el buen Dios, hará que se conviertan
en pájaros: jilgueros, calandrias, alondras
y mirlos
para que todo vuelva a ser igual,
porque la vida, a pesar de todo,
por tremendo que haya sido el paso del hombre
con su muerte al hombro,
será el luminoso final de todo y su principio.
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