La vieja olma
bajo que tuve un sueño, una vez,
de haber viajado por el túnel del tiempo,
ser soldado,
convaleciente de heridas de armas
y de herida de amor,
de los tercios viejos,
la olma
del atrio de la Iglesia
de la Plaza Mayor,
es ahora un muñón seco, que nadie recuerda
cuándo
secó.
Hay como un exceso
de luz, una alfombra de sol
alrededor del tronco todavía erguido,
por más que muerto.
Hay una hoguera de palabras quietas,
todas ardiendo, alrededor,
donde las viejecitas se sentaban,
hablaban,
hablaban,
a mediodía, los domingos, a la salida
de la misa mayor.
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