En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
domingo, 9 de septiembre de 2007
Mis preferidos –no sé si había dicho que me gustan los de su clase y especie- son el “damero maldito” de Virginia Montes –en El País del domingo, y los crucigramas de Fortuny, todos los días en La Vanguardia. Los prefiero a los gigantescos pasatiempos que sobre todo publica La Nueva España, el periódico más vendido en la autonomía que me cobija. Los crucigramas de La Vanguardia, que pienso están inventando estilo, son un desafío burbujeante, en ocasiones también desesperante, al modesto ingenio del que suscribe. No son simples preguntas y respuestas de las que se saben o no, con la espeluznante inclusión eventual de islas de la polinesia con tres letras o árboles de no sé qué clase y especie de la clasificación de Linneo, con hojas así y frutos de la otra manera, de media docena de letras. Son quiebros y regates que juegan con letras, conceptos, frases incluso, hechas o no, de tres o cuatro palabras y metáforas. Una divertida persecución recíproca, del autor y el ocioso cazador de soluciones, que, en mi caso por lo menos, cuando concluye el incruento combate experimenta una satisfacción adicional, necesitada sin embargo y todavía, a veces, de la corrección de una o dos letras mediante la solución que se publica al día siguiente, en el caso de La Vanguardia o escrita al revés en la misma página o en la siguiente cuando se trata del Damero de Virginia, que no he podido averiguar si es o no pariente de la inolvidable Conchita Montes, que aportaba otros similares a cada ejemplar de La Codorniz. He trabajado imitaciones, pero no hay dameros, en mi opinión, como los de las Montes, Conchita y Virginia, a que debo tantos ratos de entretenimiento. Hoy, por cierto, que es domingo, tengo doble fiesta de damero y crucigrama. El damero me cuesta algo menos de media hora, pero el crucigrama entre una hora y dos, y a veces tengo que dejarlo y volverlo a tomar, para refrescar el caudal de mis ideas. De súbito, entonces, suele ofrecerse la solución con una sonrisa irónica del autor adivinable entre las letras huidizas… -
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1 comentario:
Hola Bosquete,
a mí los crucigramas también me gustan, y hace unos años me compraba alguna revista de crucigramas exclusivamente. Claro que no era muy bueno para resolverlos.
Por no hablar de eso que se ha puesto de moda ahora, los sudokus. Creo que no lograría entender siquiera que hay que hacer.
Bueno, un abrazo fuerte.
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