sábado, 1 de septiembre de 2007

Por primera vez huele esta tarde a otoño,
a quemazón de sementera,
vamos, el perro y yo, por la frontera
entre setiembre y la tarde
última del mes de agosto,
que hoy baja, con el sol, al dormitorio del ocaso.

Mañana …
No me hables de mañana
en medio de la solemnidad de esta atardecida,
que se pinta
con trazos apenas identificables
en lo más hondo
de la caverna prehistórica de la memoria.

Estamos
fuera del tiempo, es un momento
tal vez esencial,
de la creación,
durante que Dios pudo dudar si poner o no al hombre
en este tiempo,
este lugar,
entre las palabras y la música,
en que dejó la huella
de su mirada.

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