Todas las hojas han sido las mismas este verano pasado,
como yo he sido e mismo de cada otoño, un poco más viejo
y día llegará en que el otoño será el mismo también sin mí,
como si nada, como si ninguno de nosotros hubiera sido necesario,
nada y ninguno siquiera útil,
y sin embargo, en el libro de contabilidad que lleva el padre Dios,
quiero creer que está mi nombre escrito
por más que sea entre otra infinidad de nombres
que casi nunca lee nadie, como ocurre con las guías telefónicas
que son, a pesar de ello, unos libros así de gruesos,
pletóricos de nombres de los protagonistas,
la mayor parte desconocidos,
de la apasionante novela que entre todos estamos escribiendo,
en este preciso momento
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