lunes, 10 de septiembre de 2007

Pongo mi dedo índice sobre tu piel
apenas regresada,
morena todavía, del veraneo reciente, te recorro
y se estremece
y te recuerdo como eras en el mundo imposible
de nuestras ilusiones de otro tiempo, tal vez
otro mundo,
cuando podíamos estar solos en medio de la tarde
en el edén recíproco
de soñarnos más viejos y fundidos
en
un
solo
sueño.
Me despertó el telediario, en la solana, solo,
con la mano apoyada en la madera,
tersa como tu piel.
de la baranda en que, engañado, el sol
era como la enredadora dorada que canta el último mirlo
de este verano que se está yendo.

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