Un torrente de vidas,
porque lo mandaba el rey,
señor
de Aragón y Cataluña,
del Califato de Córdoba,
de Navarra o de Castilla,
sólo el honor, que según
don Pedro de Zalamea,
es patrimonio del alma, estaba a salvo,
por ser el alma de Dios.
Curiosa historia,
la que cuentan los libros,
del glorioso heroísmo de los tercios,
de los descubrimientos,
sin que ni una sola vez
se diga el nombre de cada héroe muerto,
de cada familia rota,
cada cosecha perdida,
cada derrota
personal,
que iba costando la decadencia de un imperio
de que a pesar de todo estamos orgullosos
los nietos
de los españoles yertos
sobre todos
los suelos
del mundo.
Gran pueblo hubiera sido éste,
sin duda,
de haberse tenido
a sí mismo por señor.
Pero hubo de quedarse en lazarillo,
Rincón,
Cortadillo,
Calixto y don Juan Tenorio,
el buscón,
la Celestina
y yo. -
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