En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
lunes, 17 de septiembre de 2007
Resulta difícil ir siguiéndole la pista a la modernidad, sobre todo en esto de la técnica y la tecnología, en que cada día se pueden hacer más cosas sorprendentes y mezclar, como he probado esta tarde, la música antigua con la palabra moderna, como si vinieran ya enlatadas y empastadas de manera conmovedora. Me convierto en colaborador de alguno de mis admirados compositores, pero no con una canción, sino cada uno por su lado, él en este caso con la sucesión esperanzada de sus notas, con mis versos yo, y ambos podemos predominar con el sonido de nuestros respectivos instrumentos, el piano y mi voz, que al final es como si hubiesen estado así siempre, conjugados en la expresión de una nostalgia, que deja de ser paralela y se encuentra y entrecruza, como en un diálogo de mutuo entendimiento. -
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