Dijiste
un suspiro hecho de tela de sueños,
dormías. ¿Quién sabe
en qué mundo?
Eras toda de espuma, como un ángel,
estabas hecha de hermosas palabras. ¿Por qué
pasaste, como la noche,
te fuiste disolviendo en la memoria
y apenas, hoy,
soy capaz de recordar aquella mirada con que, absorta,
te ibas?
¿A
dónde
ibas?
Jamás pude saberlo, nadie
llega, ni siquiera con el amor,
hasta la soledad del que se empeña en estar solo.
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