Hay un sonido,
como el perfume de una mandolina, en el aire, repiqueteando,
las aristas del viento.
Es otro tiempo, otro lugar, y sin embargo
las cosas que te digo
siguen siendo las mismas. No pasa más que es otro idioma,
pero las palabras nos siguen uniendo
como una frágil
telaraña de luz.
Tú eres igual, por más distinto que lo haga todo
que nos hayamos disuelto en el esfuerzo
de ser más expresivos, de reducir
a nosotros uno de los latidos
del Universo
y ahora seamos parte de esa nube,
de la mar y del viento,
de la espuma,
de este hermoso sueño.
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