miércoles, 2 de mayo de 2007

Música retorcida
como un dolor latente, la esencia misma
de la nostalgia menos soportable,
música humana,
hecha de sangre que se sale de la herida,
gotea
y el segundo saxo responde con un inesperado jadeo
mientras se aleja el piano
como un explorador
hasta faltarle el aliento en esa nota,
que el batería desmenuza en su almirez
de cristal de roca.
Música sin acabar de hacer,
que mueve los jirones de recuerdos
y la esperanza de un día
difícil,
casi imposible de imaginar. Música
hecha de volutas de humo y troncos
ásperos
de los árboles.
Rompe a cantarla una voz de mujer y te estremece
la parte más íntima, que habías olvidado
que tenías expuesta a vivir,
del alma.
Música como un latigazo de trompeta
brillante.

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