Esta noche me abracé al insomnio,
es de mármol, y ahora mismo,
durante la noche, cuando no le da el sol,
inexpresivo.
No le importa este desasosiego mío, no le importa
si tengo o no miedo
a los crujidos de las tablas viejas,
al ulular del viento, al ladrido
súbito
del perro, que tal vez sueñe.
Esta noche anduve
con el insomnio a cuestas,
como un viajero que llega a cualquier ciudad dormida
y recorre las calles, con la maleta a rastras,
sin encontrara a nadie, sin conocer
personas ni caminos, y, al hombro, además,
la estatua del insomnio.
De pronto, la perdí
y me quedé dormido, repitiendo
el sueño que más temo.
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