Me ofrecen una película, la copio y cuando la voy a ver resulta pornografía. No sé a quién pude divertir tomadura pelo, falta de consideración, ausencia de respeto por el estilo. Si hubiese querido, ¿por qué no?, pornografía, la habría buscado a propósito, pero si no la buscaba, ¿por qué algún descerebrado me la pone delante, enmascarada con el título de una película que me apetecía ver?
No seremos nunca capaces, no hay tiempo que baste, para profundizar en las posibilidades del ser humano, profundamente insondable. Quizá dentro de muchos, muchísimos años, de muchos siglos, seamos capaces de asombrarnos de haber llegado a un extraordinario conocimiento de la versatilidad del ser humano, pero estoy convencido de que para entonces, el o los sabios que hasta allí hayan llegado, se maravillarán todavía más de lo que les faltará para llegar al supuesto fondo, inimaginable, de este conocimiento y el de sus razones y porqués.
Creo que Dios hizo al ser humano caótico, desmesurado, imprevisible, y paradójicamente, somos nosotros lo que nos disfrazamos de personajes de comportamiento habitual, nos reducimos al uso, la costumbre, el ámbito cultural de cada grupo. Y aún así, hay ocasiones en que la energía que llevamos dentro, alumbrando, siendo la vida, se desborda volcánica, para bien o para mal, si se mide con el sistema métrico correspondiente al momento cultural de cada grupo y de cada época, y nos sorprende y me asusta lo que podríamos ser capaces de hacer, decir o pensar.
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