martes, 23 de octubre de 2007

Caminaremos, te prometí, y caminamos
durante miles y miles de días, conocimos
paisajes,
desesperanzadores y paisajes
tan hermosos
que hubiésemos preferido quedarnos, pero nunca es posible,
los días son como los vagones del tren,
como los caballitos del tiovivo,
como la respiración, que no puede detenerse
y el amor se nos fue haciendo viejo,
disperso,
tranquilo,
como la mar, que ya sabes, a veces se alborota,
rebufa,
se convierte en odio para renacer más amor.

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