Se desoja el sabio
en la pantalla brillante de su milagroso microscopio electrónico,
toca, maneja, mueve, relaciona,
incluso lo invisible y desde luego inalcanzable
a través de que pasa el milagro de la vida,
la energía,
alcanzando rincones ignorados,
provocando
aparentes milagros.
También ahí, en el micromundo,
como más allá de la última galaxia, fuera, más allá
del límite del Universo, que crece,
Dios
está
también,
y sin embargo
todavía hay quien intenta definirlo, de algún modo limitarlo,
porque cada hombre
tiene esta insaciable vocación de llegar
¿a dónde?
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