Me pregunto
si todas aquellas desconocidas de nuestra adolescencia,
que nos enamoraban
-o tal parecía-
con un desaforado amor eterno, que duraba
hasta cruzarnos con la otra
con que en seguida estábamos embarcados
en la aventura de amor de nuestra vida,
habrán sentido algo en su corazón
cada vez que el nuestro
se volvía loco, una y otra vez,
de sucesivos amores
todos tan ellos eternos
y todos tan efímeros.
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