He salido esta tarde a ver el otoño,
que vació los nidos de cigüeñas y ha vestido cada valle
de ocre, amarillo y lívidas
pinceladas de brezo.
Había gente sin nombre
afanada, doblada sobre la tierra, recorriéndola
y un rosario de estorninos quietos, alineados.
El aire estaba quieto, y una nube
creo que me miraba sin ojos
como si, sorprendida, me soñara.
o ella fuese
un sueño mío todavía sin forma, todavía
y cuando más, recuerdo de un sonido o de un color.
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