Ha bajado de su escondido palacio la niebla,
posado sus blandas patas sobre el ahora oculto paisaje,
que se ha convertido en su pelo húmedo,
que huele a fondo de valle.
Ha bajado la niebla, me refugio
en un rayo de sol arrebatado a un recuerdo cualquiera
de que formabas, ahora que miro, parte.
Estás apoyada en el alféizar,
el escorzo de tu sonrisa
me invita a que te diga para que me digas,
para que enredemos las palabras.
Cierro los ojos, para escuchar mejor lo que me dices,
los abro y la que está es la niebla
en que quizá se haya disuelto el tiempo que tuvimos.
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