martes, 2 de octubre de 2007

En otro mundo imposible,
a que ni llega la mirada atenta,
la música
se va enredando como hiedra polícroma,
llama a veces,
otras hojas, racimos, umbelas,
que une el hilo sutil de la atención con que sigo
su melodía,
aquí y allá, rompe
la textura un adorno de notas,
que se paran,
agua quieta
a tocarme en la esquina del alma donde duele
incluso la belleza de vivir,
que es dolor
o gozo, de querer o de olvidar
hasta quedar, como la música
en carne viva,
que,
de pronto calla
y estamos aparentemente tan solos,
sin entender ya,
sin saber
todavía.

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