Con un hombre, una mujer y un sueño
puede forjarse un amor,
recordar una leyenda
o escribirse un hermoso soneto.
Sólo hacen falta paciencia,
comprensión y humildad
para ir desechando palabras y escoger
nada más las precisas,
que irán componiendo la complicada arquitectura humana,
con su dolor y su ternura,
el apasionado afecto, como un estallido
y lograr que al final
quede el paisaje intacto,
como si allí por allí no hubiera pasado el viento
ni hubiese ocurrido realmente nada.
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