domingo, 21 de octubre de 2007

¿Por qué he de tener miedo
si nada tengo ahora y lo peor que puede ocurrirme,
que es la muerte,
me dará lo que me falta para ser
el yo que aún desconozco?

Y ese interlocutor secreto que llevamos,
como una sombra, dentro,
me pregunta a su vez si estoy seguro
de querer conocerme.

Y mi viejo custodio, cansado,
con un suspiro,
vago recuerdo de aquella premura con que me decía,
aconsejaba,
llegó a llorar y compartimos juntos,
mucho después, también el desengaño-
me apunta que lo deje,
en manos del buen Dios.

No hay comentarios: