domingo, 11 de noviembre de 2007

Es tremendo pensar que estos que somos, pronto, seremos primero sombras ocupando el lugar donde estuvo nuestro cuerpo y expresó con palabras, por lo menos, y con el resto del lenguaje corporal que acompaña a la sonrisa, que mi amigo Luis siempre recordaba que es lo que nos diversifica más de las bestias, todo cuanto sentíamos, y en seguida un hueco hasta sin sombra, recuerdo vago, como un jirón último, de la niebla de la amanecida reciente, y, por fin, memoria de los días en que otros estarán ya donde estuvimos, presidiendo o acompañando en la mesa de los acontecimientos familiares, engarzados con risa y chorros de palabras como agua clara, espumados de alegría en que ya no estaremos más que insertos, gránulos de yin en el yang, o viceversa, definitivamente integrados en la eternidad que abarca la armonía del Universo.

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