martes, 20 de noviembre de 2007

Hay un rosal,
un loco rosal, en mi jardín,
que tampoco es jardín, sino un patio
con macetas de flores, rosales,
hortensias y prímulas, espadañas,
geranios y paciencia.

Hay un loco rosal, en mi patio,
que a veces, en pleno otoño, hasta en invierno,
exhala el suspiro de una rosa.

Todo está quieto, hiberna
la tierra, como una vieja osa preñada, y el rosal
musita la palabra
flor
con una rosa oscura,
ensangrentada.

La locura es siempre algo así,
como un grito
en el infinito del silencio,
como un vacío en el clamor
que nos ensordecía.

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