SABADO, 10 DE NOVIEMBRE DE 2007
Érase que se era
un perro callejero
con un muñón por rabo, mal cortado,
que aún agitaba, alegre,
como el futuro incierto y vagabundo
de un silencioso anciano pensativo.
Érase, el cuadro,
sin artista enfrascado aún en pintarlo,
a la luz quebradiza de la tarde,
como un juego, un alarde
del ángel que me sueña todavía
con la sonrisa intacta de aquel niño.
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