Pasa, como un torbellino,
con la prisa loca de todos los días,
hala, ya, arriba, ha amanecido, debemos
renovar todo, ser diferentes
de ayer,
pero estamos atrapados en ser nosotros mismos,
con los recuerdos en el zurrón,
con la misma sombra mirándonos,
sardónica:
¿a dónde pretendes ir?, ¿a quién
pretendes engañar?. Eres tú, el mismo,
por nuevo, cristalino, claro, que sea el aire
de la mañana,
y con eso has de arreglarte
para seguir viviendo, tratar de escaparte, en su día,
por el imbornal de la muerte
¿y del otro lado?
También allí, pero sin sombra ni memoria,
nada más que la luz, entonces,
creo.
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