En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 20 de noviembre de 2007
Soñar, en este caso, cuesta veinte euros, creo que son, el precio de un billete de lotería de Navidad. Hay cola en algunas administraciones de loterías, para comprar sueños. La lotería toca a muy pocos de los que compran, y lo que se dice tocar, cantidades importantes, todavía a menos, pero, por veinte euros el billete, se pueden comprar sueños. “Si me tocase …” Y cada cual hace su castillo en el aire. Algunas loterías, porque tienen fama de ser mas suertudas, tienen más cola, venden más, como consecuencia, tienen más probabilidades de vender algún premio y su fama se recrece para tener más cola en el siguiente sorteo. “Deme veinte euros de sueños –compran-, y la lotera le corta una porción del pastel de la ilusión, que dura normalmente hasta el sorteo, la proverbial decepción y eso de que “bueno, mientras haya salud …” Me paro a mirar la cola, cada vez que paso por una administración donde la hay, a mirar a cada uno de esos desconocidos que esperan su turno con disciplinada paciencia. Tienen, muchos, aire de fría determinación, pero a otros se les adivina la escéptica angustia de que ésta sea la última oportunidad de tapar la multitud de agujeros, poner los remiendos innumerables de su precaria economía. Llevan los veinte euros, algunos, aferrados, dispuestos para cambiar por el billete mágico que tal vez este año … Luego, ya en casa, por momentos, cualquiera de esos momentos de mirada vacía y desesperanza, estarán por ,o menos matizados, tal vez incluso pletóricos de ilusión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario