domingo, 18 de noviembre de 2007

Todo el amor de ayer
no es,
sino estas dos
escasas
lágrimas,
con que estoy lamentando
lo que va a resultar irremediable.

Tendré que hacerme, desde ahora,
viejo sin ti.

Día tras día y tal vez
también del otro lado,
serás la misma, en la misma memoria,
del mismo día, de la misma hora,
y me iré yo
haciendo éste
que me mira, como un otoño,
cuando lo miro,
le pregunto
¿cómo es que tanto amor
puede morir y muere,
sin agonía, cuando se dice
una sola palabra?

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