viernes, 28 de marzo de 2008

El día se ha cansado hoy de ser tiempo,
distraído,
embozado en la pereza de la niebla, no inicia
siquiera
ese gesto de valor con que salimos del nido de las sábanas
cuando, cada día, nos toca el dedo del sol,
hoy no dice el sol luz,
se está callado,
agazapado,
mudo, afuera, dicen, en el camino
de la multitud de aviones que van y vienen,
soberbio en su condición de estrella,
incapaz todavía de entender que él también
se hará polvo, hombre, nada, en definitiva,
más que otro juego de luz
dentro de la luz,
otra sombra,
otro sueño,
cansado de serlo, ávido
de eternidad, como todo.

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