Entro y salgo del mundo
del entresueño
y los distingo menos, cada vez.
Es como andar buscando,
algún lugar, la identidad perdida u olvidada,
algún lejano día,
que nunca sé si otro vivió por mí, o si era yo mismo
éste que ahora recuerdo,
cuando, a medida
que pasa, inexorable,
la mentira del tiempo,
me descubro más cerca cada día
de algo que ya no sé si es miedo o luz,
pero es real, sin duda, sin posible
remedio
de volver a contar
otra mentira o recitar
otro papel del otro personaje
que ya no habré
sido
nunca.
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