lunes, 10 de marzo de 2008

Esta noche, de súbito, mientras se repartían los votos, se desencadenó un temporal de lluvia y viento, menudearon los apagones, la meteorología quiso al parecer sumarse a la confrontación electoral, apenas cerrado el turno de resultados y comentarios. Todavía, por la mañana, se podía escuchar el ululato del viento, con su contracanto de lluvia. Yo no creo que el tiempo tenga que ver con las elecciones, y menos así, cuando todo había acabado ya. Otra cosa es cuando durante las elecciones, si son en verano y hace buen día, se escapa a la playa, o, si son en invierno y hace malo, se refugia en el rincón favorito de casa. Votaron, en esta ocasión, en números redondos, algo así como tres cuartas partes del censo y de esas tres cuartas partes, algo menos de la mitad, es decir, casi un tercio de los votantes posibles, dieron mayoría relativa al partido socialista, que, sistema d’Hondt aparte, obtuvo, en número de votos, algo menos de un millón más que sus más inmediatos contrincantes, que eran los del partido popular. Y como son dos partidos mayores, a gran distancia, cualquiera de ellos, del resto de los candidatos, sólo entrambos juntos serían mas de la mitad de los votantes posibles, pero por separado no representan, cada uno, más que a menos de un tercio de ellos.

Curiosa situación en que uno gana y puede gobernar, pero el otro, que no ha logrado ganar, ha acreditado la entidad suficiente como para que ese gobierno deba ser prudentemente y no excederse en las cuestiones de Estado, que son, en mi opinión, las que precisan de la aquiescencia de la mayoría de los votantes posibles, que es lo mismo que decir una mayoría real de ciudadanos.

En algunas partidos, el fracaso arrastrará a los líderes, y hay varias circunscripciones en que los resultados dieron verdaderos varapalos a otros que, con evidente error, se jactaban de parecerlo.

Creo que hemos quedado como estábamos –si acaso u poco más neto, perfilado y definido el puro y duro bipartidismo-, y lo que suscita mayor preocupación es que tengamos como de hecho tenemos, dos o tres cuestiones de Estado pendientes, pocas, pero de gran importancia, sin resolver las cuales estaremos siempre poniendo remiendos cuando tan urgente es imaginar, proyectar y construir, en cuento se resuelvan, la nueva sociedad del nuevo milenio

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