Ha debido ocurrir algo inesperado, horrible,
ha estallado, sin duda,
alguna incruenta revolución, y ahora mismo,
estoy rodeado de libros,
perseguido, amenazado, agobiado
por un ingente tropel
de libros.
Antes, cuando era joven y no podía comprarlos
pude advertir cómo me hacían burla
desde los anaqueles polvorientos de las viejas librerías,
ahora,
los compro, los traigo a casa, apenas con fuerza
para cargar con ellos
y se me han sublevado, no me da tiempo
a leerlos.
No sé si podré sobrevivir a este asedio.
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