Mi perro sí que sabe,
para él es siempre hoy, ahora,
ni sabe que hubo ayer, ni teme
lo que sin duda podría ocurrir mañana. Morirá
sin temores y tal vez,
allá, del otro lado del espejo,
haya,
a la puerta del cielo, una antojana
por la que puedan correr, ladrar y ser felices,
mi perro y sus amigos,
custodiando la luz,
ellos, que, sin duda,
todos fueron buenos.
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